Resonancias del trabajo de Escuela: entre la enunciación y el consentimiento

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Resonancias del trabajo de Escuela: entre la enunciación y el consentimiento

Por Francisco Aliste

Quisiera partir comentándoles, en una noche de resonancias, que –al contrario de lo que supuse inicialmente- me resultó bastante ardua la escritura de este texto. Sin entender demasiado esta dificultad, que por cierto aun me interroga, traté de proveerme de algunas referencias que me permitieran al menos pensar un modo de salir de este impasse. En este sentido, lo primero que hice, fue dirigirme al diccionario de la RAE para saber, al menos, qué rasgos podría precisar acerca de lo que quiere decir el significante «resonancia».

Fue allí que me encontré con dos acepciones que me parecieron absolutamente convenientes para pensar algunos aspectos de lo que, de este tiempo, me interesa transmitir. Dos efectos que he notado desde el inicio del movimiento hacia la NEL hasta las jornadas de trabajo de la creación de la sede y posteriores.

Una de estas acepciones, dice lo siguiente, en clave musical: «cada uno de los sonidos elementales que acompañan al principal en una nota musical y comunican un timbre particular a cada voz o instrumento». Me pareció preciosa como fórmula que apunta a cómo singularmente, cada voz –con su timbre particular, se hace parte de un conjunto; yo diría cómo cada uno se hace parte de la Escuela. ¿Por qué esta referencia me pareció tan significativa?

Si pudiera decir que algo me ha sorprendido, revelándose como una novedad, no son tanto los enunciados (lo que se dice) –todos ellos muy interesantes y de los cuales he aprendido innegablemente- sino una cierta variación en la posición de enunciación (desde donde se dice) en los miembros y asociados que he tenido oportunidad escuchar. Los trabajos presentados son el testimonio de ello, de la puesta en marcha de una forma singular en que cada uno piensa y experimenta su modo de inserción en el trabajo de Escuela. Algo de una transformación subjetiva ha operado y creo que no es irrelevante preguntarse –uno por uno- pero también en el contexto de la comunidad que conformamos, ¿Cómo situar esta modificación?

Una segunda acepción del significante «resonancia», que también me permite ubicar un rasgo –que hasta cierto punto queda en continuidad con el anterior- dice lo siguiente: «sonido producido por repercusión de otro». Esto me permite pensar en algo que también ha comportado cierta novedad en la enunciación: la (in)corporación, principalmente en la conversaciones de Escuela, de los efectos que las palabras –y la constitución misma de la sede- han tenido sobre el cuerpo de asociados y miembros. Referencias que, puedo equivocarme, no se encontraban presentes del mismo modo en otros momentos. Cómo no recordar, frente a la pregunta de Flory Kruger ¿cuándo quieren la Escuela?, ese «ahora» con cuerpos que vibraban entre la alegría, la emoción, el llanto. La presencia del deseo encarnada.

Con todo, me interesa precisar lo siguiente. Podríamos decir que, en psicoanálisis, tenemos la idea de que un efecto de repercusión no ocurre de manera mecánica, es decir, no es sin sujeto. Es necesario, para que los sonidos y palabras toquen el cuerpo, dejarse tocar. Un rasgo que ha quedado resonando para mí ha sido los actos de consentimiento a los sonidos y palabras provenientes del Otro.

Es entre la enunciación y el consentimiento, que como verán son algunas de mis preguntas, que me interesaría compartir con ustedes una experiencia. Como algunos de ustedes habrán advertido -ya que de tanto en tanto la traigo a nuestras reuniones- la pregunta por la comunidad analítica es uno de mis retornos. Esta pregunta –que he desarrollado teórica y éticamente e, incluso, no sin una perspectiva ideológica- me toca singularmente al momento de tratar de responder cómo se hace y sostiene un lazo al Otro; la cara visible de una opaca soledad que a veces puede tornarse ominosa.

La solicitud y el paso por las entrevistas de admisión como miembro de la Escuela y la AMP, es una experiencia de formación política, epistémica y, sin duda, también al nivel del análisis propio. Me interesaría testimoniar dos efectos analíticos de este paso.

Dirigirme a la Escuela a solicitar la admisión, ha traído una novedad en relación con el modo en que me parece hoy puedo bordear la pregunta por la comunidad. De lo deducible de los textos políticos de la Escuela y los conceptos allí alojados, hoy me parece que podría sumar la vía de lo que es deducible de los actos propios y de los otros que me han confiado su propia experiencia. Me pregunto en este sentido por la enunciación concernida en el acto. Mi experiencia es que se ha encarnado la pregunta y esto, entre otras cosas, es lo que me resulta nuevo. Mi idea es tan sencilla como pensar que no se deduce lo mismo de leer y escribir en torno a la Escuela y la comunidad, que deducir del acto mismo un saber acerca de cómo, efectivamente, se construye.

En segundo lugar, la cuestión de consentimiento, que indudablemente toca la relación al Otro de la Escuela. Una pregunta que resuena en mí, luego de la entrevista en Guayaquil, es ¿Cómo fue posible que las palabras de dos extraños alcanzaran efectos de interpretación? ¿Qué sucedió que, en algún punto, estos dos extraños me parecieran tan familiares?

Si bien no tengo esas respuestas, ello no me ha privado de ubicar que, en ese consentimiento al Otro pude entender algo más, entre otras cosas, lo que es la transferencia de trabajo. Tocado, como estaba luego de la entrevista, fui a tocar la puerta de los otros para hablar. Empuje del bueno, hacia la comunidad y cesión, en acto, del goce solitario.

Por último, Ana María Solis sin saberlo, me aportó una pista para anudar la experiencia de la entrevista con la reunión que tuvimos en Guayaquil el sábado por la noche. De las palabras de José Fernando Velázquez y Clara Holguín, puedo decir que el significante que resonó para mí de ese encuentro fue «confianza». En cierto sentido, puedo decirlo hoy, ese significante es parte de mi propio mensaje devuelto por el Otro en forma invertida: he depositado mi confianza en la Escuela