El amor a la Escuela

TEXTOS | Creación de la NEL – Santiago
El amor a la Escuela
Flory Kruger, Presidenta de la FAPOL
El tema que hoy nos reúne es el de Psicoterapia – Psicoanálisis, pero teniendo en cuenta que estamos en las vísperas de un gran acontecimiento en Santiago de Chile como es la creación de una Sede de la Nueva Escuela Lacaniana, me referiré al tema pero desde la perspectiva misma de lo que es para nosotros una Escuela.

La Institución Psicoanalítica que demostró su imposibilidad de alojar la enseñanza de Lacan, me refiero a la Asociación Psicoanalítica Internacional, (IPA), se sostuvo de una distancia entre los principios generales de cualquier organización y los principios mismos en los cuales se sostiene el Psicoanálisis.

Esta exclusión es la que va a dar lugar años mas tarde a la creación de lo que Lacan denominó «Escuela», una organización sostenida en los principios del Psicoanálisis. No se trata de una organización escolar, 1er año, 2do año, hasta su egreso, no.

Así concibió la Asociación Psicoanalítica Internacional, la formación de los psicoanalistas. Un recorrido que daba lugar a un recibirse de psicoanalista, del mismo modo que uno se recibe de médico, odontólogo o abogado. O más precisamente, una especialización a partir de un título de grado, que en un primer momento sólo era accesible a los médicos. Fue mucho después que se aceptó el ingreso de los psicólogos.

La organización Escuela, tal como la concibió Lacan, lejos está de esto, no es escolar ni puede serlo. Está sostenida y organizada alrededor de una pregunta: ¿Qué es un psicoanalista?

La IPA se sostiene de un saber acerca de lo que es un psicoanalista, sabe del recorrido que todos sus candidatos deben seguir si quieren llegar a ser Psicoanalistas Didactas y recibir su título como tal.

Este punto tiene consecuencias menores y otras no tanto. Las menores pueden ser que algunos pongan en sus tarjetas de presentación Dr. fulano de tal, psicoanalista. Con los tiempos de democratización que les mencionaba hace un rato, hoy también se puede poner Licenciado fulano de tal, psicoanalista.

Como uds pueden notar leyendo los Anuarios de nuestras Escuelas, nadie se presenta con un título, solo aparece el nombre y apellido y abajo el grado que ofrece la Escuela: AME, AE o AP, que quiere decir analista miembro de la escuela, AME, o analista de la escuela AE o analista practicante AP. El título profesional otorgado por la Universidad o por el Estado no figura, solo el nombre propio.

Las consecuencias mayores son que un Psicoanalista recibido según el recorrido anunciado, puede llegar a decir, y esto lo he escuchado yo personalmente: «Todos mis actos son como psicoanalista porque soy psicoanalista. O sea, que el título que tengo legitima mis actos».

La institución Escuela, en la medida en que está sostenida sobre un interrogante, no autoriza a sus miembros a declararse psicoanalista. En primer lugar, porque no tenemos un recorrido prefijado para llegar a serlo y en segundo lugar porque como recién dije, no se sabe lo que es un analista ya que es la pregunta sobre la cual se sostiene la Escuela.

Y, como sabemos no hay una respuesta universal para esta pregunta, solo hay testimonios de quienes han finalizado un análisis que dan cuenta uno por uno de su propio recorrido.

Lo que nos deja la siguiente pregunta abierta: ¿Cómo creemos nosotros que nos decimos psicoanalistas que lo que realizamos son actos psicoanalíticos? ¿En qué lo sostenemos? ¿En qué se diferencian estos actos de los de un psicoterapeuta?

La Escuela es el lugar preciso para probar que lo que realizamos es un psicoanálisis, y por supuesto caso por caso. Recordemos lo que dice Lacan respecto de este punto: el psicoanalista tiene que ser dos, el del acto y el que teoriza su acto, el que lo fundamenta y esos fundamentos se hacen frente a otros en el seno de la Escuela. La Escuela entre otras cosas, es para probar los actos.

En la institución oficial no hay nada que probar, una vez que uno se recibió, el título lo prueba y lo legitima todo, como recién escuchamos en el ejemplo que les traje.

La Escuela en cambio, plantea interrogantes y es esto lo que funciona como causa.

Podemos entender esta diferencia a partir de los discursos. La institución oficial se sostiene en el discurso del amo, en cambio la Escuela, en el discurso del analista.

El rasgo esencial del discurso del amo es que quiere que las cosas marchen y además sabe cómo hacerlo. En cambio, el rasgo fundamental del discurso del analista es estar en el lugar de la causa, de ahí los interrogantes que mencionaba.

No hay un universal para Lacan de cómo se forma un analista, sino que hay respuestas particulares de cada uno de los miembros de una Escuela respecto de cómo concibe su formación, su práctica y su inserción en la Escuela.

Si le damos un vistazo a los distintos dispositivos de la Escuela ¿Con qué nos encontramos? Por ejemplo: ¿Cómo se entra a la Escuela? En la institución oficial hay un procedimiento fijo, se trata de un dispositivo preformado, se pasa por secretaría y allí se le informa al interesado los pasos a seguir.

Cuando alguien pregunta cómo se hace para entrar a la Escuela, no hay respuesta. Cada aspirante tiene que inventar su forma particular de transmitir su deseo de pertenecer a la Escuela y dar sus razones para ello. Son los dispositivos de la Escuela y más allá de ella, los de la Asociación Mundial de Psicoanálisis los que definen la entrada y eso depende del convencimiento que ha transmitido el aspirante.

En la actualidad, ni siquiera es una transmisión directa. Las Escuelas tienen una Comisión de admisión que realiza las entrevistas a los interesados, se confecciona una primera lista que luego se eleva al Consejo de la AMP, donde se vuelven a retomar las razones de cada uno de los nombres propuestos por cada Escuela, recién en esa instancia se acepta o no la entrada del nuevo miembro.

Como podemos observar, todos estos dispositivos que la Escuela propone y mucho más cuando hay vacíos de respuesta, están ofrecidos a lo que casa sujeto elucubra como sus propias respuestas.

Recuerdo hace ya muchos años, un analista muy reconocido, dijo que le iba a pedir un control a Lacan porque consideraba que eso le iba a posibilitar la entrada a la Escuela. Es frecuente escuchar decir que hay que pedir análisis con tal o cual analista porque esa es la vía segura para poder entrar a la Escuela.

Como podemos ver, cada uno interpreta con su propio fantasma ese lugar del vacío, de la no respuesta, pero no cabe duda de que el vacío da lugar a la invención, también a la astucia.

Lacan diferenció los grados de las jerarquías. Los grados que inventó son el AME, analista miembro de la Escuela y el AE, Analista de la Escuela.

El AME es un grado que se sostiene del reconocimiento social de la comunidad analítica, no es un grado que se solicite, sino que la Escuela lo otorga. Lo que reconoce la Comisión de la Garantía es que esa persona realiza una práctica, que no se le conocen complicaciones en las curas que dirige y que sería alguien a quien se le podría derivar un paciente.

El pase es un procedimiento que inventó Lacan que funciona como un dispositivo de investigación, investigación nos da la idea de algo a descubrir, de algo que no se sabe y que quien lo pasa nos puede enseñar algo nuevo, algo singular, de su propia experiencia. Por eso al grado de AE se lo solicita, lo solicita aquel que considera que tiene algo nuevo que transmitir. No es a partir de su práctica que se lo reconoce sino que lo que se reconoce es una experiencia de final de análisis que localiza la función Deseo del analista y que intenta dar cuenta de cómo devino analista a partir de su propio recorrido analítico.

Luego están las jerarquías que son las instancias más organizativas de una Escuela: Consejo y Directorio. Esto adopta características particulares en cada Escuela, por ejemplo la EOL tiene un Consejo Estatutario y un Directorio, la NEL tiene un Comité Ejecutivo y un Consejo Federativo, en fin… eso depende de las necesidades de cada Escuela.

El Consejo se ocupa de la orientación política de una Escuela en relación directa con el Consejo de la AMP, el directorio en cambio se ocupa del sector más organizativo y administrativo que sostiene el funcionamiento cotidiano de una Escuela, tesorería, biblioteca, carteles, secretaría.

¿Cuál es el valor de una Escuela, más allá de todo lo que venimos diciendo? Y esto vale mucho para el momento actual de la creación de la nueva Sede de la Escuela en Santiago, la Escuela apunta a trascender los llamados efectos de grupo.

Los efectos de grupo tienen una particularidad, cuando se tiene un grupo constituido, prevalece la pertenencia sobre los principios. La excusa que se utiliza en los grupos es que hay transferencia con el líder, pero el problema no está allí sino en el uso que el líder hace de esa transferencia junto con su grupo.

Esto se pone de manifiesto en las Asambleas cuando se trata de elegir nombres para determinados lugares de gestión, en lugar de votar por el mejor candidato, se hacen acuerdos dentro del grupo para que gane uno de ellos. Ya no importa la Escuela sino que sea de su grupo.

Estos efectos de grupo trabajan en contra de la Escuela, por eso la creación de una Escuela tiene como preámbulo la disolución de los grupos.

La Escuela utiliza dispositivos que intentan trabajar sobre los efectos de grupo, uno es la permutación, otro, quizá más importante, es la relativización de la democracia interna. ¿Qué quiere decir esto?

Doy un ejemplo. Cuando se trata de las permutaciones del Consejo, si son tres los miembros a permutar, por Asamblea se elige solo a uno por votación de sus miembros y los otros dos son elegidos por el Consejo. Es el intento de trabajar estatutariamente en contra de los efectos de grupo.

Todo lo que acabo de formular se sostiene de un principio que a su vez sostiene nuestra práctica como analistas: apuntar a la particularidad, a la singularidad.

Estos principios nos separan del hombre de la salud mental, el hombre de la salud mental es el hombre adaptado a la sociedad, nosotros al hombre de la salud mental le oponemos el hombre del sinthome que es lo más particular, lo más singular de un sujeto.

La particularidad es algo que caracteriza a nuestras Escuelas, las de la AMP, que como uds saben son tres en América y cuatro en Europa. En el año 2000, después de 20 años del Primer Encuentro en Caracas con J. Lacan, año 1980, se propuso la creación de la Escuela Una.

Las razones de dicha iniciativa fueron que si bien los miembros de la AMP se distribuyen en diversas Escuelas que son el marco natural de su trabajo cotidiano, se sienten también formando parte de un mismo conjunto, compartiendo las mismas referencias y el mismo destino en el Psicoanálisis, constituyendo un solo y mismo movimiento mundial.

Fue así que a comienzos del siglo XXI, los miembros de la AMP firmamos la declaración de la Escuela Una, reconociéndonos de ese modo, miembros de una misma causa.

Pero cuando pensamos en cada una de las Escuelas, tenemos que conocer, respetar y trabajar incluyendo sus particularidades.

Es sobre esta particularidad que desde el año 2012 se creó la Federación Americana de Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana, FAPOL, presidida por Mauricio Tarrab, con una finalidad bien concreta: mantener el lazo estrecho entre las tres Escuelas de América y hacer presente en ellas y en el contexto de toda América, a la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

También tiene entre sus objetivos representar a las Escuelas delante de las autoridades políticas y administrativas de los distintos países donde habitan y practican sus miembros, a fin de difundir y defender el Psicoanálisis en las situaciones sociales diversas de América Latina en el siglo XXI.

Todos los proyectos que hemos puesto en marcha desde la Fapol, están dirigidos a sostener una interlocución productiva en los ámbitos de su acción con el objetivo de defender al Psicoanálisis de las políticas que tienden a segregarlo.

Fue precisamente desde la creación de la Fapol y de reconocer los años de trabajo y las trayectorias particulares de ambos grupos chilenos que la Fapol acompaño más de cerca las demandas y los movimientos que aquí se producían.

Tenemos hoy aquí con nosotros a Luis Tudanca que funcionó durante mucho tiempo de enlace entre Chile y el bureau de la Fapol, y fue precisamente a partir de todo este movimiento que se produce el acercamiento de los dos grupos chilenos, el CEIP y la ALP, hacia la Nueva Escuela Lacaniana.

Esa fue la orientación que la Fapol interpretó como posible para crear finalmente una Sede de la Escuela en Santiago de Chile.

Esta orientación hacia la NEL permitió establecer una relación que comenzó a hacerse cada vez más fuerte gracias a la excelente recepción que tuvieron sus autoridades José Fernando Velásquez y Clara Holguín con quien tengo el placer de compartir esta mesa, que supieron alojar a los colegas chilenos en todas sus instancias.

Quiero terminar mi intervención con la seguridad de que nuestros colegas y amigos de Chile, con su experiencia en el campo del Psicoanálisis que lleva ya muchos años podrán, a partir de la Escuela, colaborar a enriquecer lo que nos sostiene a cada uno de nosotros en esta causa