¿Desde dónde?

TEXTOS | Resonancias

¿Desde dónde?

Por Raquel Cors Ulloa

La vez pasada, en ésta nuestra nueva Sede de la NEL en Santiago de Chile, enuncié una propuesta a mis colegas: me escuché decir en voz alta que «nuestra orientación sea una posición de analizantes». Luego pensé ¿Por qué dije eso? ¿A quién me dirigía? ¿Desde dónde hablaba? Y fue hoy, al escribir éstas líneas, para hacer un lazo con ustedes, para hablar con el otro, que por efecto de interpretación, me repondo, no-sin poner la carne a la parrilla.

Desde dónde… esto me resuena. Lo primero que me planteo es ¿Desde dónde situarnos en la última enseñanza de Lacan? Quizá será por un efecto de retroacción, a partir de El momento de concluir (título del Seminario XXV de Lacan). O, tal vez, desde los referentes espistémicos claves de su elucidación; y por qué no, desde nuestro aggiornamento, nuestra práctica – de la que nos jactamos llamarla «ultímisima práctica». Desde dónde… desde dónde se escucha, desde dónde se lee – al parlêtre que habla y goza; finalmente, desde dónde y con qué «objeto» nos enlazamos…

Hoy, cada uno llegó acá, a la Escuela, con su lazos: fantasmáticos, sintomáticos, de amor y de odio – tal como los entendemos en psicoanálisis. Pero, ¿Cuál es la novedad? ¿Habrá algo del orden de lo nuevo? ¿En qué tiempo lógico estamos? ¿Cómo recomenzar? ¿Con qué de cada Uno? Son interrogantes, que me sugieren algunas precisiones a la hora de orientarnos especialmente sobre «lo nuevo» que se sabe, no dura mucho; lo que hoy es nuevo, mañana será obsoleto. Basta con referirnos al celular que llevamos en el bolsillo – con todo lo que esto implique.

En psicoanálisis, hay un camino, no el de la verdad evangélica que dice «Yo soy el camino y la verdad y la vida». Los psicoanalistas, al menos desde la Orientación Lacaniana, no andamos por Santiago con el texto predicando; pues sabemos que la verdad es hermana del goce. Así que no es desde ahí que el camino de nuestra formación se orienta. No se trata de un solo discurso que domine siempre, sin circular el agente. No tenemos un manual analítico Universal que indique a Todos ir unidos, de a dos, en par, medias naranjas, camaradas, fraternos, BFF (Best Friend forever). Compañeros de ruta, quizá -como era la «ruta romana», que mostraba claramente una dirección, una orientación. Como Lacan nos enseña -por ejemplo en sus textos sobre la Psicosis- que cuando hay Nombre del Padre la dirección es unívoca, es decir que va en un sentido. Sin embargo, hoy, en la época de la decadencia del Padre, los lazos son líquidos, las relaciones vacías, y las identificaciones masivas, por ende las rutas son inorientables, así como el delirio de cada uno. En consecuencia, nos tocará inventar, no solo en lo analítico, sino también en lo institucional. Pues la Escuela de Lacan, con sus «dispersos decabalados» saben hacer lazo entre sí, a través del Uno que cada uno es, a través del modo en que cada uno habita la Escuela.

En los tiempos que corren, entre velocidad y pausa, como señala Miller -hay que saber correr- y, hay que saber hacer una pausa. Así como en el análisis, se trata de una pausa «posible». La palabra posible -que está en el título Tratamiento posible de la psicosis– indica lo que puede existir y lo que puede no existir. Así mismo, una Escuela, podrá existir y no ex-sistir. Dependerá «desde dónde», cada singularidad sepa leer lo que se escribe.

Un analista hoy, sabría leer (en condicional) el cambio de el Nombre del Padre Los Nombres del Padre, y encaminarse en un discurso que no enseña nada, porque no tiene nada de Universal, a no-ser lo que circula en su práctica; para saber privilegiar en strictu sensu, el establecimiento del lazo social contemporáneo.

Cuando Alejandro Reinoso, director de ésta Sede, me invitó a un encuentro de Escuela para pensar sobre las «necesidades» de la formación del analista, recordé la intervención de Clara Holguín, Presidenta de la NEL, cuando aquí mismo, metía el dedo en la llaga señalando un síntoma de nuestra chilena Sede, es decir lo necesario en tanto no cesa de escribirse. Luego, asocié con una inolvidable interpretación de mi analista. Como ven… esta invitación de Alejandro, me puso a asociar libremente, es decir que por un efecto de retroacción volví a mi posición analizante, en la que ustedes encarnan -por ahora- un Otro para mí.

Cuando no hay Otro del Otro, nuestra clínica se torna irónica[1] es decir que se funda en la inexistencia del Otro como defensa contra lo real. Como señala Miller, hay que saber leer – el síntoma. «Bien decir y saber leer están del lado del analista (…) Pero en el curso de la experiencia, se trata que bien decir y saber leer se transfieran al analizante»[2]. Y es que ante el S(Ⱥ) «hay» un punto de Arquímedes, un apoyo. Ante la No relación sexual, «hay» un taburete sobre el cual cada uno se apoya, se yergue. Me gusta pensar en lo que ¡hay! para con eso enlazar -entre imposible y contingente- con los otros.

Entonces, para ésta serie de resonancias sobre la reciente creación de la NEL – Santiago, propongo leamos a Lacan, así como él mismo lo dice en Televisión[3] «Aquél que me interroga, sabe también leerme». Y concluyo -sabiendo que las conclusiones son siempre transitorias- poniendo sobre la mesa una terna de nombres, que en su clase del 11 de junio de 2008, sugiere Miller, ubicar: goce, verdad y locura en el lugar del Ya-Nadie. Pues, para vociferar, hay que tener un cuerpo, hay que dar de su persona y no solamente de su sujeto.

NOTAS

  1. Miller, J.-A., Ironía, Conferencia de apertura V Encuentro Internacional del Campo Freudiano, Buenos Aires, 1988
  2. Miller, J.-A., Leer un síntoma. http://ampblog2006.blogspot.cl/2011…
  3. Lacan, J., Televisión, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 535