Boletin 06

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Boletín #6 Especial sobre el Cartel | Junio 2017

EDITORIAL
El Cartel que nos anima.

La experiencia de Escuela ha comenzado en la NEL-Santiago y, como tal, cada integrante de la Sede ha estado concernido y ha sido atravesado por ella de una u otra manera.

El Cartel, órgano de base de una Escuela ha operado en esta dirección, se han conformado con gran entusiasmo y no sin dificultades, principalmente de hacer coincidir horarios para reunirse, 11 carteles, con 59 participantes entre miembros, asociados y amigos de la Sede.

Se convocó a inscripción de carteles a partir de 5 ejes: La experiencia del Control, Deseo del analista, Acto analítico, Transferencia y época y Divinos detalles en la experiencia analítica, ejes orientadores, que en este momento atienden al interés de los integrantes de la Sede.

Esta primera experiencia de cartelización ha puesto en el debate la tarea del Mas Uno, ha llamado a una necesaria conceptualización y a un compartir las vicisitudes de esta práctica.

Hay el conocimiento que el Más Uno no es el líder, si bien su tarea es hacer trabajar, no lo hace desde la posición de un amo que sabe, sino desde la posición de agente provocador que conduce a una «elaboración provocada» que aporta puntos de interrogación, haciendo «agujeros en las cabezas de los cartelizantes», pero vemos que es necesario subjetivar esto que es del orden del conocimiento para que pase a ser una experiencia del orden de lo analítico.

En nuestra sede hay entusiasmo por esta experiencia!

 

Rosa Lagos
Secretaría de Carteles NEL-Santiago

 

Una cita con Lacan…

«Para la ejecución del trabajo, adoptaremos el principio de una ela­boración sostenida en un pequeño grupo. Cada uno de ellos (tenemos un nombre para designar a esos grupos) se compondrá de tres perso­nas como mínimo, de cinco como máximo, cuatro es la justa medida. MÁS UNA encargada de la selección, de la discusión y del destino que se reservará al trabajo de cada uno. Luego de un cierto tiempo de funcionamiento, a los elementos de un grupo se les propondrá permutar en otro».

Jacques Lacan
Acto de Fundación, 21 de junio de 1964

 

Del Cartel a la Escuela.

Lacan, en el «Acto de Fundación» piensa la Escuela de tal forma que la organiza reuniendo a trabajadores decididos por el psicoanálisis en torno al trabajo, basado en la elaboración sostenida del dispositivo que será el órgano de la Escuela, el Cartel.

¿Qué es un cartel? pregunta inicial para quién se interesa en formar parte del dispositivo. Como así la puerta de entrada para quienes se acercan a la escuela por su deseo y transferencia al psicoanálisis.

Cada Cartel se constituye, y con ello, la formalización de un rasgo, de un sujeto cartel, por cada uno de los participantes y uno más, el Más uno. Su función, favorecer; posibilitar; la elaboración provocada de un saber en cada cartelizante; como así lugar de anudamiento de lo epistémico, clínico y político, permitiendo mantener vivo el deseo por la pregunta singular, de la que «uno por uno» extraerá de ello sus propios efectos de formación.

El Cartel, dispositivo órgano de la Escuela, en el que tanto para el analista practicante, asociado y amigo de la escuela, será un modo de lazo a la escuela. En donde cada cartelizante, de acuerdo a su momento, podrá ir transmitiendo y dando cuenta por medio de su rasgo de trabajo, de investigación y en transferencia con otros, de las marcas, saldos de saber que ha extraído y han tocado al sujeto en lo epistémico, en la práctica que sostiene, como así las marcas del control y de su propia experiencia analítica. Una forma de bordear el agujero y lo real en la formación del analista.

Paola Cornu
Miembro de la NEL-Santiago

 

Los analistas responden…

 

¿Qué lugar ha tenido la experiencia
del cartel en su formación analítica?

Ana Viganó
Miembro NEL-Ciudad de México

Dos puntos muy precisos han marcado para mi esta experiencia como fundamental en la formación.

1. La constatación de que hay un estado que llamo «estar cartelizado» que aunque no siempre se logra -no es una cuestión de voluntad solamente- cuando lo hace, es siempre excepcional. Esto implica que la experiencia de cartel se vuelva una experiencia subjetiva que muerde a los cartelizantes de manera tal que no se sale indemne de allí. Distingo no solo el interés que despierta, el compromiso y entusiasmo con la tarea de investigación emprendida, sino también esa forma de suspensión del tiempo que produce que durante el trabajo del cartel, todo a su alrededor remita de alguna manera a él, pues cada cartelizante está concernido, sumergido en el trabajo más allá de las horas programadas de encuentro, tocado. Apunto aquí los ecos que el «estar cartelizado» produce: sueños, lapsus, chistes y, por qué no, puestas en escena sintomáticas que de manera no poco frecuente alimentan las sesiones de análisis, o lo provocan.

2. Poder captar la función del más-uno. Función necesaria que debe encarnarse en alguno, pero que como tal es una función que puede ocuparse de manera contingente por cualquiera bien dispuesto, que pueda operar en un campo que denominamos transferencia de trabajo. Una coyuntura no necesariamente previsible, que permite pensar la función más-uno como una función que hay que poner en juego para poder luego consentir a sus consecuencias.

De esta forma, puedo decir que «estar cartelizado» es haber consentido al menos a dos cuestiones: al deseo de saber que muerda subjetivamente, que sea propio -no anónimo- y a una cesión de goce en favor del lazo que el cartel constituye, bajo la intervención y efectos contingentes de la función más-uno en los cartelizantes, en el más-uno designado, en la Escuela misma.

 

Carlos Márquez
Miembro NEL-Caracas

Cartelización de la política.

La experiencia del cartel tiende preponderantemente a lo epistémico, pero he constatado que también puede producir un saldo de saber hacer con lo real de la institución analítica o inclusive con lo real de las instituciones más allá de la institución analítica.

Uno entra a un cártel según un rasgo propio, una manera de entrar en el orden simbólico, que al mismo tiempo organiza ese orden simbólico sin que se esté advertido de ello. Haciéndose representar por un significante, creyéndose uno ese significante. La función del más uno pone a circular los elementos del discurso de modo que pueda ponerse en cuestión ese significante con el que se entra, permite que uno se histerice.

Pero este molino puede hacer caer de su escabel a ese significante y así entramos en el misterioso mundo del reverso de la política, donde el significante que uno se ha creído que es y que uno ha creído que organiza el mundo se convierte en una herramienta.

Por eso lo mejor que puede producir un cártel es un tipo de saber que es siempre político, pues es el rastro de un acto.

En retroacción vemos ahora que la cartelización de la política del psicoanálisis, que requiere del estado de derecho para poderse efectuar y puede dar lugar a un nuevo uso para los significantes unarios, es el antecedente de la acción del psicoanálisis sobre la política. Este nuevo uso implica que ya no estén dedicados al dominio ni aislados en las burbujas de opinión de las redes sociales.

 

María Olga Herreros
Miembro NEL-Santiago

Convocada por una pregunta.

La llegada de la NEL-Santiago y sus efectos, o más precisamente el dispositivo del cartel, y sus efectos. En primer lugar, vivir la experiencia encarnada del siglo XXI, es lo que se ha constituido para mí la incorporación del trabajo internacionales de los carteles Sipa. La tecnología al servicio de la escuela Una. ¿Lacan, quien sólo conoció la vanguardia de la red, lo habrá anticipado?

En segundo lugar, como efecto de formación me aparece lo concernida que estoy por la orientación lacaniana en cuanto a que al poner sobre la mesa el trabajo clínico de cada uno de los miembros del cartel, se constata el esfuerzo por una práctica para el siglo XXI. Donde las coordenadas que guían la interrogación del acto analítico, -nuestro acto como analistas -son real y el goce.

Un hallazgo notable o más bien un caer en cuenta que la interrogación de la práctica es a partir de las resonancias del propio análisis. Cuando cada uno de los colegas que integramos el cartel trabajamos, aparece como punto de capitón la formación del analista, respecto de su clínica, que lo interroga en posición de analizante.

Un tercer punto, la sorpresa cuando soy nombrada más uno. Ocurre en la primera sesión del cartel, fui arrojada a ese vacío inaugural de no saber hacer, o más bien a renunciar a un saber hacer para mantener un vacío al centro del trabajo del cartel. La tarea del mas uno: investigar, leer, escribir, sostener, provocar, son los significantes que me acompañan, pero sobre todo la responsabilidad de sostener libidinalmente desde un no ser un líder, desde una lógica del no-todo en acto. Es algo que me causa, que me vivifica.

Por último, el cartel al interior de las sedes me ha permitido un encuentro íntimo con otros en torno a los intereses y singulares preguntas de cada cual respecto a su rasgo.Esta experiencia me ha permitido tener un diálogo más allá del diálogo para causarme como analista lo que constituye en mi, una pasión y un deseo.

 

Francisco Pisani
Asociado NEL-Santiago

Recuerdo la primera vez que me inscribí en un cartel, era para mí un concepto y una experiencia enigmática. ¿Qué era ese nombre y esa conformación de cuatro más uno?

Hoy pasado un tiempo, puedo decir que sigue siendo una experiencia enigmática, pero de otra manera. Nunca sé muy bien que ocurrirá en los carteles que participo, es un lugar vivo que causa el estudio y la investigación con cuatro colegas más. Es un lugar permeado por el agujero, por la verdad mentirosa, y por saldos de saber efectos del discurso analítico. Tomar un sujeto de cartel, un rasgo como también se le dice, es sólo una marca para iniciar un recorrido que se sabe cómo comienza, pero no como se termina. Es el deseo el que lanza el movimiento y hace de freno a la vez al superyó que puede estragar un recorrido. Y si es el órgano base de La Escuela de Lacan es porque el cartel caduca, para relanzar otros nuevos, con nuevos colegas y así sacudir la pregnancia imaginaria y las identificaciones.

Puedo decir que el cartel es donde el extravió, el error, el acto fallido tienen saldos inesperados para la formación del analista. La pasión es quien comanda, el deseo empuja y el discurso analítico orienta en un trabajo en conjunto, que podrá ser compartido, presentado, en la comunidad analítica. Es una elaboración que es el resto fecundo del deseo que se inscribe La Escuela.

 

María José Junco
Asociado NEL-Santiago

Afinar el rasgo.

La experiencia que he tenido en este dispositivo de trabajo que es el cartel, es cercana a lo que podría ser el arte del tallado. Se comienza con un material en bruto, sin saber muy bien el porqué de su elección, ni por dónde comenzar a trabajarlo, ni cuál será el resultado final, pero este material, que la mayor parte de las veces es una pregunta, se pone a circular en reunión, esto es, a rodear la sustancia propia, junto con otros. Y así, cada quien, mismo proceso, con lo suyo, dispuesto a hacer lazo para inventarse. El trabajo provocado avanza con este ejercicio, en que cada uno cede algo, en su materia prima, y lo colectiviza, para obtener lo que se va descompletando de ésta. Y justamente en eso que resta, aparecen las consecuencias prácticas de aquello nuevo, una forma particular, un tono que se alcanza como sonido propio, en definitiva, la singularidad de la línea trazada al escribir, ese esfuerzo de formalización que da cuenta del recorrido realizado en el intento por atrapar ese trozo de real que no puede escribirse; agujero que al rodearlo produce una invención.

 

Alejandro Góngora
Asociado NEL-Santiago

La antinomia del Cartel: Una experiencia.

Me invitaron a escribir sobre la experiencia del cartel en la formación analítica, inmediatamente recuerdo la historia del «Hombre que calcula» que Mauricio Tarrab comparte en su texto «En el cartel se puede obtener un camello»[1], la que comento brevemente. Dos hombres sobre un camello en el desierto se encuentran con tres hermanos que discuten como repartir la herencia de 35 camellos que les ha dejado el padre. La mitad para el mayor, un tercio para el segundo y una novena parte al menor. El problema es que esta división no da cifran enteras y no se logran poner de acuerdo de cómo repartir los decimales. El hombre que calcula a condición de ceder el camello en el que se desplaza para introducirlo en el cálculo, siendo ahora 36 camellos, logra que la operación entregue cifras enteras, recibiendo los hermanos mas camellos de los que recibían originalmente y obteniendo un saldo de 2 camellos, los cuales se lleva el hombre que calcula. Se obtiene lo nuevo a condición de ceder algo, esa es mi experiencia en el cartel, a condición de ceder algo de mi goce idiota obtener un saldo de invención de saber.

Miller, siguiendo a Lacan, en su texto sobre «El cartel en el mundo»[2] refiere que el trabajo de la Escuela pasa por el cartel. ¿Pero cuál es el trabajo de la Escuela? A mi modo de entender es el trabajo inagotable, siempre cambiante de responder a la pregunta ¿Que es un analista? Es en este punto que no entiendo el cartel sin la ligazón al propio análisis. Es en esta intersección que al momento de la construcción de la sede NEL Santiago y de lo que eso implicó de trabajo de cartel, produje en análisis la siguiente expresión: La Escuela como un lugar donde «No estar donde están todos y sin embargo, no estar solo». Es la pequeña antinomia que inventé y que sostiene mi trabajo de Cartel en la Escuela, invención de un saber en solitario, a condición de no estar solo.

 

Enlaces sobre el Cartel:

El Cartel. Asociación Mundial de Psicoanálisis.
Cinco variaciones sobre el tema de «la elaboración provocada». Jacques-Alain Miller.
El cartel en el mundo. Jacques-Alain Miller.
Boletín de carteles de la NEL: a-ritmo propio.
Carteles NEL-Santiago.