Boletin 12

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Boletin #12 | Agosto 2018:
«Permutación de Director en la NEL-Santiago»

EDITORIAL

Andrés Bralic.
Miembro de la NEL-Santiago, Director entrante.

Este Boletín nos invita a una lectura en dos tiempos. En un primer momento nos encontramos con textos escritos antes de aquel fin de semana, pero para ser leídos en él. En ellos encontramos ya una suerte de augurio de lo que vendría; están escritos de tal modo que nos sumergen en una suerte de intimidad, con una fuerza enunciativa que sólo logra quien habla desde lo singular de su posición. Para explicarme quisiera traer algunos recortes, será tarea de ustedes reconocer en ellos a cada autor: «por mi parte permutar me permite acotar el exceso de compromiso idealista», «me dejo llevar por el sonido de las palabras, amo ese resonar», «cada vez que me he autorizado a salir de la inhibición», «encuentro una rendija por donde alojarme».

Luego, en un segundo tiempo, las resonancias, primeros intentos de elaboración de lo acontecido; a través de trazos, recortes de frases, cada autor hace un esfuerzo preliminar de dar cuenta de los efectos del fin de semana.

Es decir, este Boletín nos presenta, en dos tiempos, a través de augurios y resonancias, lo que justamente excluye, a saber, el fin de semana de intenso trabajo de Escuela en torno a la permutación analítica. Por lo tanto, el escrito que leerán a continuación es el primer intento que hacemos como Escuela de simbolizar, de no dejar ir lo que inevitablemente se excluye de la palabra, e inaugura el trabajo de elaboración que nos queda por venir.

Como aporte a este intento puedo decir que cada uno de los que consentimos a esta experiencia de Escuela, acompañados por el Comité Ejecutivo de la NEL, conseguimos reducir los efectos fantasmáticos al objeto, y así, cada uno, colectivamente, logramos elevar el grupo al espíritu de Escuela.

Los invito a participar, con su lectura, de este esfuerzo.

 

RESEÑA

Alejandro Reinoso.
Miembro de la NEL-Santiago, Director saliente.

Durante el primer fin de semana de agosto se realizó la permutación de director en la Sede Santiago. En clave futbolística de recambio se podría decir: sale Alejandro Reinoso, ingresa Andrés Bralic en el lugar del director. Esto es simplemente el resultado de un proceso que inicia con el diseño de los estatutos el 2017, los cuales fueron ya sancionados en la asamblea- durante el fin de semana de permutación- y que entran en vigor desde esa fecha. Es también una escansión a un primer período o momento de Sede desde su creación.

Este proceso marcado por la pregunta por una permutación «analítica», es decir, no sólo es la pregunta exclusivamente por quién en modo concreto asume de facto la dirección de la Sede, sino por sobre todo una interrogación acerca del deseo de Escuela, de quién se autoriza a ocupar la silla y desde qué lugar. También interroga acerca del lugar de los miembros en la conducción y autorización de este tipo de lugares y no otros.

La introducción del horizonte de la primera permutación en la Sede Santiago situó un vértigo, un vacío que fue necesario alojar. Primero, poblado de fantasmas electorales y que la lógica grupal no evitó la ocasión para emerger y, segundo, con un prudente saber hacer con lo no sabido acerca de cómo haríamos con este cambio. Fuimos construyendo con el CE una modalidad paso a paso, escuchando y dejándonos enseñar por pistas analíticas. En ese contexto tres colegas que habían manifestado su sí a ocupar la silla fueron entrevistados por el director en conjunto con el consejero de la Sede y sucesivamente por la Presidente y vicepresidente de la NEL.

Así, se situó un primer momento de trabajo del fin de semana: hacer un estado de situación de la Sede el sábado 4 en la mañana, un punto de capitón que implicó que 11 de 14 miembros respondieran al llamado de hacer su propio y singular «estado de las cosas». Fue posible hablar y exponer tomando posición gracias al trabajo de conversación interna entre miembros inaugurado a inicios de año. En efecto el estado actual de la conversación en la Sede permitió tomar posición y que estos dichos circularan. No miembros en modo homogéneo sino con sus singularidades leyendo el momento fundacional. El sábado en la tarde trabajamos la noción de permutación analítica a partir de las elaboraciones de cuatro miembros y tres asociados. Permitió continuar la conversación y los lugares en torno a la Escuela.

El domingo tuvimos una asamblea de miembros en torno a los estatutos, a su lugar en la regulación del intercambio así como desafíos para los miembros en términos de responsabilidad. Fueron aprobados y queda en acta que son el modo de regulación de la comunidad analítica de Santiago. Se solicitará a miembros y asociados adherir firmando uno a uno. También quedo sancionado que los miembros en virtud de su responsabilidad tendrán una cuota mayor en términos, pecuniarios para la mantención de la sede. Finalmente, fue establecido el modo de elección del consejero.

El fin de semana de permutación concluyó con una asamblea de miembros y asociados que transmitió en primer término las conclusiones de la reunión de miembros y escuchar a los tres colegas que fueron parte del proceso de «elección», de ponerse en elección y deseo de ocupar el lugar. Sucesivamente, con la palabra abierta a la asamblea emergieron palabras que ubicaron y subrayaron el deseo de Andrés Bralic de trabajar en la dirección de la sede, palabras de agradecimientos a Ana María y Paola, palabras al director y directorio saliente, así como despedida de los mismo. También un agradecimiento al CE en su interlocución en todo el proceso de permutación.

¡Felicitaciones y buenos augurios a Andrés en su trabajo y dirección de la Sede!

 

TEXTOS EN TORNO A LA PERMUTACIÓN DEL DIRECTOR
Permutación y autoridad analítica: una «garantía de posibilidad»

Ricardo Aveggio
Miembro NEL-Santiago

Considero que la autoridad analítica procede de la transferencia, de la suposición de un saber, en un lugar. Un lugar que es el propio inconsciente, no es el Otro, pero se requiere de ese Otro como soporte oracular para acceder al saber supuesto. ¿Cómo hacer de esto una política colectiva? Evidentemente cuando quien ocupa el lugar de autoridad es alguien como Jacques Alain Miller, quien ha sido un saber no solo supuesto, sino también expuesto, no es muy difícil otorgarle autoridad, al menos para mí. Pero ¿cómo suponer un saber y consentir en posición analizante ante colegas a quienes no necesariamente suponemos un saber epistémico o analítico, o que incluso nos consideramos en una relación horizontal con ellos?

No habría permutación posible si el lugar de la autoridad analítica solo estuviese reservado para quienes encarnan y garantizan al colectivo un saber analítico. No se trata de hacer una votación democrática para dirimir quién es el «más analítico» para ocupar el lugar. Ello nos conduciría inevitablemente a la competitividad partidaria con las consecuencias segregativas que ello implica.

Entonces ¿cómo fundar la autoridad analítica? En primer lugar se trata de una comunidad de analizantes, por lo que sería deseable que uno por uno estemos advertidos por él análisis que el lugar de la autoridad es un semblante, una función que por estructura necesita ser ocupada por alguien, para ello se hace necesario haber abordado en el análisis la relación de cada uno al edipo.

A. Harari en su discurso de asunción como presidenta de la AMP alude a la relación entre el Uno y lo múltiple en la escuela y señala que el Uno de la escuela se expresa en lo que llamamos «orientación», la orientación lacaniana no es la norma y acoge lo múltiple. Recordaba también una carta que JAM les había enviado en ocasión de la fundación de la EBP de la que extraigo lo siguiente «el Uno de la escuela es frágil y será bien venido todo lo que venga a reforzarlo, con una condición: que lo múltiple lo acepte de buen grado». A. Harari agrega que la orientación lacaniana se aplica en el estudio de los pedidos de admisión de miembro y luego uno por uno, remitiendo las soledades subjetivas de los miembros al Uno de la escuela.

Leo estas puntuaciones de la siguiente manera: el Uno de la orientación se encarna singularmente en lo múltiple uno por uno, verificando en la diversidad de sus expresiones la aceptación de ese Uno de la escuela. Este principio político se opone al de la construcción de colectividades políticas por la vía de la consciencia de clase y del reconocimiento horizontal del semejante. En ésta perspectiva la autoridad de funda en la delegación de representatividad que el colectivo hace a quien encarna el lugar de la autoridad. Es la lógica de la política partidaria en la que el Uno consiste por identificación al ideal, como lo describe Freud en Psicología de las masas.

La autoridad analítica, en la escuela, implica saber que el lugar del Otro es una función vacía, que puede ser ocupada por alguno o alguna a condición de poder sostener una enunciación que lo implique en su relación al psicoanálisis y a la orientación lacanaina. Ahora bien, que una enunciación sea acogida por el colectivo depende ciertamente de esa «aceptación de buen grado» que citaba en la que el Uno de la Escuela se singulariza en sus miembros. Sin posición analizante no hay autoridad analítica posible ya que se requiere consentir a hacerse interpretar por el Otro, a tomar los dichos de un igual, de un colega, para una función disimétrica a sabiendas que ello es un semblante necesario para hacer operar el discurso analítico en lo institucional. Cuando esta estructura se desanuda, la autoridad se reduce a la gestión administrativa y quienes ocupan la función quedan en el lugar de esclavos que trabajan para amos cuya impostura es la de una comunidad analítica. Es un riesgo posible.

La permutación, entonces la pienso como una garantía, una «garantía de posibilidad» para sostener el agujero y el semblante de la autoridad analítica. Permutar permite que «trabajadores decididos» y «corresponsables», significantes insistentes en nuestras reuniones de miembros, puedan poner en acto su relación al Uno de la Escuela y sostener con la enunciación y el cuerpo, el compromiso que declaran.

Permutar ofrece la posibilidad, a quienes quieran, de movilizar la inhibición y salir de la rumiación, de dejar la exclusión en la que el brillo fálico se satisface, de abandonar el goce clandestino de la escucha de pasillo tras las puertas, de subvertir la sustracción histérica indiferente, silenciosa y victimizada de la excepción, perturbar la procastinacíón y la impotencia de la que se hace responsable al Otro, por ultimo permutar permite remecer el «ustedes y nosotros».

Por mi parte permutar me permite acotar el exceso de compromiso idealista con la sede, que por su naturaleza sintomática estuvo presente mucho más allá de lo analíticamente necesario.

 

De Permutaciones y Garantías

Andrés Bralic
Miembro NEL-Santiago

En matemáticas, una permutación es la variación del orden o posición de los elementos de un conjunto ordenado. Por ejemplo, si se va a formar un directorio que involucra tres lugares, director, tesorero y secretario, habiendo tres candidatos a, b, c; cuando se elige por sorteo los cargos sucesivamente, hay seis posibilidades u ordenaciones: abc, acb, bca, bac, cab, cba. Esta sería la forma más simple de permutación, una rotación de los elementos por los lugares que definen el grupo o conjunto. Ahora, si uno tiene sólo tres posiciones o lugares y más de tres elementos (como es nuestro caso) no es problema, porque dependiendo de las reglas que definamos (que nadie se puede repetir en el mismo lugar, o que será elección) se genera la función que ordene los elementos en dichos lugares. Lo interesante es que a partir de la regla o función que demos a nuestra permutación uno se puede percatar, en la sucesión de permutaciones, de las relaciones posibles entre los elementos y las que no se darán entre ellos, dependiendo del ciclo de permutación en que se esté.

Es decir, estamos frente a un modelo que se basa en reglas o leyes simbólicas que ordenan incluso los lazos entre los elementos de la sede. Es el imperio de lo simbólico, para decirlo de algún modo, es el Otro reglamentado, articulado, ordenado por una ley. Este orden opera como garantía de funcionamiento, ya que permite prever, calcular incluso, lo que sucederá en el futuro.

Vamos ahora al momento actual de la sede. Los miembros, en los estatutos, habíamos acordado un modelo de permutación matemático, ya que definimos reglas al modo de una ley, el próximo director y los subsiguientes en cada permutación serían elegidos por voto directo a condición de que ningún elemento se repita en el directorio. Hasta aquí todo en orden.

Pero de pronto, el Otro Escuela nos interpreta cambiando esta regla, a saber, el director ya no será elegido, será designado por el Comité Ejecutivo, además esta regla estará sujeta a revisión en cada permutación futura, es decir no es una regla, responde a un momento, es contingente. Como consecuencia el desorden, no hay cálculo posible, no hay garantía, ya no estábamos en la lógica de la permutación matemática, sino frente a la lógica de la permutación analítica. El efecto es de una incomodidad vivificante.

Cuando no existe el Otro que garantice el funcionamiento y defina el orden de un grupo o conjunto de elementos, cada miembro, uno por uno, nos enfrentamos a la propia implicación, a la necesidad de tomar posición, ya que se apunta al objeto causa de deseo, de ahí el efecto vivificante (aparece el cuerpo).

Ahora bien, cuando la toma de posición implica o toca el objeto causa, hay que tener claro que esta articulación no es sin las propias defensas frente a la pulsión, esto arroja a cada cual, a los momentos particulares de cada análisis, sólo de este modo, toma cuerpo, la insistencia que hay en la Escuela, a saber, lo que se espera de un de miembro es su posición de analizante.

Más aún, son éstas las condiciones de posibilidad de lo que conocemos como acto analítico, es decir, al quedar cada uno frente a los propios fantasmas, inhibiciones, etc… se tiene la posibilidad de atravesarlos mediante un acto. No hay que olvidar que el agente del acto es el objeto causa, y su efecto un sujeto barrado, sujeto que, en su tachadura, como comenta Miquel Bassols, «está vaciado de su ser anterior, un sujeto a la búsqueda, a la conquista de un nuevo ser en otro lugar desconocido»[1].

Esta es la manera en la que es posible encarnar, a mi entender, los lugares institucionales que la Escuela ofrece. Es un autorizarse de sí mismo, pero de un sí mismo vaciado de su ser anterior, arrojado a la búsqueda de lo nuevo.

NOTAS

  1. Bassols, Miquel, 2001. El Acto y su Borramiento, en: www.revistavirtualia.com/articulos/747/destacados/el-acto-y-su-borramiento

 

De la su-posición a la autoridad analítica

Alejandro Góngora
Asociado a la NEL-Santiago

Cuando recibí la invitación a esta mesa un significante resonó de inmediato. Me dejo llevar por el sonido de las palabras, amo ese resonar. Juego con los sonidos. Escribo orientado por la sonoridad de las palabras y no tanto por su sentido, me gusta la locura del sonido de las palabras. Como me dijo mi analista aquella vez, amo las palabras, las amo como si fueran música para mis oídos.

Cuando leí la invitación sonó: «suposición del Otro», «posición de analizante, que le suponemos». Su-posición analizante dice la canción.

Durante el periodo que se extiende desde la creación de la sede hasta el momento en que escribo estas palabras he recibido múltiples invitaciones de colegas; a trabajar, a organizar, a escribir, a cartelizar, a leer, a rectificar, a sostener, a inventar, a conversar. Hoy recibo la invitación a suponer.

«¡Por supuesto!», ha sido mi respuesta a la gran mayoría de estas invitaciones. Significante que mi analista hacia resonar. «Por supuesto» es la respuesta ante una suposición de saber en la Escuela. Pero me doy cuenta que solo le supongo un saber a la Escuela en tanto «Su-posición de analizante». Eso también lo supongo, porque me pongo en una posición de suponer Otro en la Escuela. Pero no Otro completo, sino que Otro barrado y que solo esta barrado en tanto me atraviesa mi propia barra, que al consentirla me permite su-ponerme analizante.

Recorto del texto de Jacques-Alain Miller del seminario «El banquete de los analistas» titulado «La Escuela de Lacan», la siguiente cita:
«Examino, pues, el concepto de Escuela y supongo que tiene un lugar en el psicoanálisis. Es una suposición, porque se podría reducir el hecho de la Escuela a una contingencia llamada Lacan…» [1]

Y en el mismo párrafo más adelante continua:
«… Creo, entonces, que no cae de su peso que se quiera hacer (Hay que quererlo) de la Escuela un concepto del psicoanálisis, válido para nosotros».[2]

No basta con estar en la Escuela, ser un asociado o un miembro. Hay que suponerla y suponer implica tomar posición y posesión de la Escuela. Hay que quererla y colonizarla como ese campo que nos regaló Judith, ese territorio en el que cultivar junto a otros, porque todos somos colonos en tierra extranjera. Todos extranjeros.

Si hablamos de campo de cultivo, eso me remite al Tao, que Lacan conoció junto a su amigo Françoise Cheng. Y como me lo recuerda con frecuencia un querido amigo, las plantas crecen por Wu-wei, ese acto vaciado de sentido e intencionalidad que sin embargo no deja cosa sin hacer. ¿Con qué acción cultivaremos en los campos del psicoanálisis? ¿Quién dirigirá tal obra? ¿Quién se autoriza para ello?

En el texto sobre autoridad analítica de Piedad Ortega de Spurrier una frase me retumba: «… el analista debe estar dispuesto a encarnar ese resto que queda de la cosa sabida que se produce cuando caen esas suposiciones (Se está refiriendo a la transferencia como suposición de saber). Esta implica que su autoridad radica en el desbaratamiento de la autoridad» [3]

Su autoridad radica en el desbaratamiento de la autoridad, ¡Que antinomia! Lo que nos enseña el Tao es algo de ese desbaratamiento de la autoridad. Se es autoridad a condición de no detentarla.

«El Tao permanece sin obrar
Y sin embargo no hay cosa que no haga.
Si príncipes y señores pudieran atenerse a él
Todas las cosas por si mismo se ordenarían». [4]

Los invito a otro pasaje del pensamiento taoísta, esta vez del Zhuang Zi:

«Jianwu fue a ver al loco Jieyu. Este le pregunto:
-<< ¿Qué te ha dicho Rizhongshi?>>
-<< Me ha dicho- respondió Jianwu- que cuando un príncipe toma por fundamento su propia persona al tiempo de establecer normas y leyes, ninguno de sus súbditos osa desobedecerle, y todos acaban reformándose>>
-<< Eso es puro engaño – dijo el loco Jieyu -. Gobernar el mundo de esa manera es como excavar un canal en el mar o pretender que un mosquito transporte una montaña. ¿Acaso es ordenando el exterior como gobierna el sabio? Primero rectifica su propia persona y sólo después reforma a los demás, y deja que cada cual despliegue sus capacidades, eso es todo» [5]

Que es lo que quisiera rescatar de estas dos citas del pensamiento Chino: Una autoridad que obra por no-obrar y sin embargo, no hay cosa que no haga. Si la autoridad analítica no actúa como autoridad, es para que uno por uno tomen posición en relación a la Escuela. Para que uno por uno haga su-posición de la Escuela. Para que uno por uno se autoricen en su-posición. Así no hay cosa que quede sin hacer, esa es la autoridad que considero le conviene a este campo de cultivo.

NOTAS

  1. Miller, Jacques-Alain. (2010). El banquete de los analistas. Buenos Aires: Paidos. Pag. 213.
  2. Idem.
  3. Ortega de Spurrier, Piedad. (2015). La autoridad analítica. 2018, de Nel Sede Guayaquil Sitio web: https://nelguayaquil.wordpress.com/2015/08/17/la-autoridad-analitica/
  4. Saublette, Gastón (trad). (1990).Lao Tse, Tao te King. Santiago: Cuatro Vientos.
  5. Preciado, Iñaki. (1996). Zhuang Zi, «Maestro Chuang Tsé». Barcelona: Kairos. Pag. 99

 

Texto para la permutación del directorio agosto 2018

María Olga Herreros
Miembro NEL-Santiago

Lo primero que me interroga es el significante «permutar», donde encuentro en el diccionario de la RAE su significado: cambiar. Ahora si nos vamos a su etimología permutar está compuesto por dos palabras «per» y «mutar», donde sus significados corresponden respectivamente «a través» y «mudo». Me causó gracia jugar con ambos significados porque de algún modo indican mi posición frente a este momento relevante en la sede de Santiago de la NEL.

Por asociación se me vino a la cabeza la expresión latina: «mutatis mutando» cuyo significado significa: «cambiar lo que se tenía que cambiar».

A casi dos años de la fundación de la sede en Chile, puedo decir que el tiempo pasado ha sido un buen tiempo, y al mismo tiempo vertiginoso. Superar algunos desafíos no ha sido fácil y frente a ellos ha implicado confrontarme con mi propia posición subjetiva. Si el desafío era tomar el significante propuesto por el comité ejecutivo -el de la confianza-, puedo decir que para mí no ha sido tan fácil. Porque implica más allá de lo evidente, confiar en un Otro que ya sabemos no existe, y que al no existir, entonces hay que inventarlo. También me confronta al hecho que si bien es en el uno por uno, no es sin otros. Los miembros y asociados en Santiago, todas las sedes y delegaciones de la Nel y el comité ejecutivo.

Si logro seguir cual ha sido mi posición subjetiva diría: la escuela Una, me ha sostenido de un modo vivo en la paradoja de la virtualidad. Nuevos y nuevas amigas en el trabajo decidido, muchas veces solo un fragmento de ellos y ellas, sólo unas voces en la mayoría de las veces, algunas imágenes que vienen de lugares lejanos de América y Europa, que sin embargo, me sostienen cuando mi confianza decae con los compañeros y colegas con los que puedo estar de cuerpo presente.

Si mi lugar de enunciación transita entre el discurso histérico y el discurso analítico, puedo decir que dejo ya de interpelar al amo para pedir explicaciones sobre lo que no anda en la escuela, para reconocer que ella me atrapa y me atrae, esto implicando aceptar los límites en una experiencia novedosa-la escuela- , aceptando que no hay garantías, y que la mayoría de las veces lo que no anda ocurre incluso cuando todo se ha hecho bien y que allí en el bien hacer y el bien decir tampoco se puede encontrar dichas garantías.

En este momento, en que permuta el directorio, en que nuevos compañeros y compañeras de ruta toman relevo para continuar en una función necesaria como es hacerse cargo de la vida institucional de la escuela, remarco que no es suficiente, hay que causar el deseo de darle vida a todas las otras instancias que constituyen la vida en esta Escuela que se orienta por Lacan.

Si algo debe cambiar es intentar hacer resistencia frente a lo real, a lo que no anda, a ese borde imposible que pareciera siempre gana la partida. Y también lograr darle continuidad a todo el trabajo que si ha funcionado y del cual estoy agradecida.

Cuando miro hacia atrás reconozco que esa marca de goce de mi historia, la desconfianza y la soledad, se contraen y pelean con la evaluación que hago hoy. Si al igual que mi fantasma que hoy por hoy se tambalea en el análisis, debo decir que mi confianza sube y mi distancia disminuye. Pienso en el significado de mutar. Cuando comienza esta historia decidí callar, intentando comprender qué significaba otorgar la confianza a priori, eso me resintió y comprendí que no servía, que la gracia es la práctica del buen decir ya no desde el discurso histerizado, sino un hablar desde el discurso analítico, para contribuir a la causa, para contribuir a agujerear el discurso, para que sea menos tonto, como a hablar de lo que se piensa pero que no se dice, y para hacer un ejercicio de la palabra confianza. Este viraje en mi recorrido como analizante, me sorprende y me empuja a aceptar la sorpresa de los cambios que verifico, a seguir apostando por la causa de la Escuela, a confiar un poco más deseando que lo esencial de la tarea no se opaque por las diferencias, y que un día cuando sea viejita y mire hacia atrás me enorgullezca haber contribuido a hacer existir el psicoanálisis de orientación lacaniana en Chile.

 

Despegar, Sede NEL – Santiago

Peter Molineaux
Asociado a la NEL-Santiago

Por la pista de la palabra permutación me encontré con D’Écolage. Es la transcripción de una de las últimas clases que dio Lacan en su seminario—en su vida—en marzo de 1980, luego de disolver la Escuela Freudiana de París. Juega con la palabra École (Escuela) y coller (pegar), poniendo el D’ que funciona como «de» o como prefijo des- si se omite el apóstrofe. Despegarse de la Escuela o despegar lo que se cola en la Escuela. También se escucha despegar como lo hace un avión. Lacan se está despidiendo, no sin amargura.

En esa clase nos deja la Causa, la reimpulsa: «sin demora, lanzo la Causa freudiana – y restauro en su favor el órgano de base tomado de la fundación de la Escuela, o sea el cartel.» A continuación, afina la formalización de ese órgano de base en cinco puntos. En el tercero, está la palabra que nos convoca hoy y que me llevó a ese texto: «Para prevenir el efecto de pegoteo, permutación debe hacerse, en el término fijado de un año, dos como máximo.»

La permutación en el cartel es, entonces, para evitar el pegoteo.

¿Tendrá la permutación de Director y de Directorio esa misma función? No estamos, evidentemente, como Lacan, en el epílogo de la Disolución. Muy por el contrario, estamos en el tiempo para comprender, me parece, algo sobre la creación de la Sede y su puesta en marcha.

El significante—o uno de los significantes—de esa creación fue «confianza.» La confianza depositada por el Comité Ejecutivo en Alejandro Reinoso para ser el primer Director de la Sede y para asignar, no por elecciones ni por la búsqueda de un equilibrio que no perturbe, sino justamente por confianza, al primer Directorio.

Esa interpretación en Guayaquil fue una perturbación. Quedó en ese momento, por un tiempo, nada más que el significante «confianza» y el nombre del Director, quien consintió a la Escuela y en ese acto se autorizó a si mismo también. ¿Se autorizó a qué? ¿A qué autoridad? ¿La dirección de una sede está hecha del mismo material que la dirección una cura? ¿Se trata de la misma autoridad analítica? Supongo a la Escuela que la elección del significante «director» y no «presidente» ni «encargado» ni «coordinador» no es al azar.

En la «Nota Italiana» Lacan inventa un neologismo a propósito de que el analista no se autoriza más que por sí mismo: «Autorizarse no es auto-ri(tuali)zarse.» Esto me parece fundamental al pensar lo que distancia a una autoridad analítica de una autoridad institucional: se trata de una autorización absolutamente singular, lo que hace que en el punto mismo de autoridad haya algo que es instituyente y que descompleta lo instituido, lo susceptible de ser ritualizado o de ser inscrito para-todos.

A la singularidad de ese significante «confianza» y luego al consentimiento y autorización singular de Alejandro se siguió otro tiempo que desde mi perspectiva se podría nominar como «la entrada de la Escuela en la Sede» o quizás más precisamente «consentir a la Escuela.» Ya sin grupos, sin maqueta, sin bibliotecas ni reuniones clínicas periódicas, tocó a cada uno la pregunta por el lazo a la Sede, a la Escuela, a la AMP. Cada uno ha respondido en acto. Puedo hablar como asociado, no por los asociados: desde ese primer momento de soledad que, por lo que pude escuchar, era paradójicamente compartido, cada vez que me he autorizado a salir de la inhibición, muchas veces consistiendo a una invitación de alguno de los dispositivos de Escuela que efectivamente han ido entrando, cada vez que me he autorizado a mi mismo a actuar, se producen efectos de formación que me sorprenden y que han hecho que la Escuela transite para mi desde lo ominoso a lo agalmático en estos dos años. Miro con entusiasmo los dos que vienen.

Esta primera permutación, como la permutación del cartel, es para evitar el pegoteo, el ritual, el uno-para-todos. La Escuela ya entró en la Sede, me parece, pero no todo puede ser confianza… y no para siempre, pues esa también puede ser pegote. Quien consienta y se autorice a ser el o la nuevo/a director/a lo hará con su singular rasgo, otro rasgo. Le desearemos un buen despegue y estaremos atentos a los significantes que de allí surjan.

 

Preguntas desde mi lugar de enunciación por la política de la Escuela

Carolina Vignoli
Asociada a la NEL-Santiago

Respondo a la convocatoria a escribir afirmativamente sin dudarlo, con la mezcla de deseo y el temor que le antecede. El ideal se antepone: Cuáles son las palabras correctas para decir en esta oportunidad? La inhibición es la primer respuesta a semejante completud que imagino en el Otro. Luego encuentro una rendija por donde alojarme «desde la posición analizante, que le suponemos, (…) y su lugar en este instante particular en la Sede Santiago» dice la invitación.

Desde allí puedo responder al menos 3 cosas:

1)La Soledad de la Causa, pero no sin otros.
Cito a Lacan en su Acto de fundación «Fundo –tan sólo como siempre he estado en mi relación con la causa psicoanalítica… (…) en el campo que Freud abrió, que restaure el filo cortante de su verdad«[1]. Por un lado para resaltar el efecto de oleaje de su deseo puesto en acto aún en nosotros, hoy reunidos, en torno al momento político de permutación en la Escuela. Por otro lado, el punto en el que cada uno está solo en relación a la causa analítica, no hay dos maneras iguales de ubicar esa posición en el deseo de cada quien, no hay identificación posible respecto del cómo ser analista, y por tanto ese filo cortante impide suturar el vacío. Si hay copia o mímesis, nos perdemos en nuestra labor, obturamos la posibilidad de acercarnos al ‘no querer saber nada de eso’, al tratamiento del rechazo que cada quien tiene respecto del agujero, de la no relación sexual. «De esto se trata: de curar a la gente para que se reconcilie con la falta. Es posible hacer que el ser hablante le diga sí a la feminidad, renuncie a ese rechazo de la feminidad que lo afecta» [2]

Sostener abierto ese agujero en tanto analizantes y en tanto miembros y asociados de una Escuela, nos permite avanzar en nuestra formación y en la relación a nuestro propio sinthoma.

Por un lado solos en relación a la Causa, pero con otros en la Escuela, «La enseñanza del psicoanálisis solo puede transmitirse de un sujeto a otro por las vías de una transferencia de trabajo» [3]. No es solos, es por la transmisión de otros, con otros, a quienes les suponemos un saber un poco ahuecado y a quienes les otorgamos una autoridad para guiarnos, autoridad que no se encarna en tanto amos de un saber acabado -como en el discurso Universitario- sino más bien estando alojada en torno al vacío que bordea. El director será quien guía por un tramo el barco de la Escuela, no sin el respeto y el consentimiento de sus pares. Tomando al cartel como órgano base de la Escuela, podemos pensar la misma lógica que en la permutación del más Uno: «Esto no implica en modo alguno una jerarquía cabeza abajo, sino una organización circular cuyo funcionamiento, fácil de programar, se consolidará con la experiencia» [4].

2) La Garantía de la Escuela
La Escuela ofrece una garantía al practicante sosteniendo la formación que dispensa en tres pilares: . Análisis personal, estudio de la Episteme, control de la práctica y puesta a cielo abierto del trabajo clínico. Es la manera de echar luz a lo que ocurre en la soledad del consultorio, siendo el practicante quien autoriza a otros a decir algo respecto de su acto solitario y así ratificarlo o rectificarlo.

«Cómo no ver que el control se impone en el momento mismo de esos efectos y ante todo para proteger de ellos a aquel que ocupa allí la posición de paciente?» [5]. Es la Escuela quien ofrece a los practicantes una orientación ante su propia clínica, dándole el peso a la responsabilidad que conlleva. (Garantiza que ese sujeto está en posición de investigar su propio deseo. )

3) El cuerpo en la Escuela
Los analistas no sostenemos una práctica virtual, tanto como un análisis para ser conducido requiere de la presencia del analista, y la formación requiere de la puesta en juego de la transferencia de trabajo, también la Escuela para ser sostenida necesita de la presencia de sus miembros y asociados. En todos esos casos el cuerpo de goce está concernido.

Seminarios, carteles, jornadas, congresos… Escuela, Sedes, delegaciones. La transferencia de trabajo es el verdadero Afecto Societatis que sostiene a la Escuela.

¿Cuánto estamos dispuestos a poner el cuerpo en relación a la Escuela? Cuánto cada quién es capaz de mantener en acto un deseo sostenido en torno a la formación propia y a la transmisión del psicoanálisis a otros. Es una pregunta que cada uno puede hacerse y responderse, sopesar su compromiso con la Escuela y ponerlo en acto, uno a uno a su manera cada vez. Para mi, desde hace un rato ya, se trata de poner el cuerpo en la medida de lo posible, no-todo el tiempo, no superyoicamente, sino partiendo del deseo que empuja a mis intereses particulares, y compartiendo con otros los espacios que somos llamados a ocupar, recogiendo el guante que ofrece la Escuela cada vez, respondiendo con presencia, con escritura, con palabras. En esta ocación, una vez más, acompañando la permutación del directorio, y a quienes lo encarnarán en la Sede Nel Santiago.

NOTAS

  1. Lacan, J. Otros Escritos, Acto de Fundación, Pág 247. Ed. Paidós, 2012.
  2. Miller, J-A: El Ser y el Uno Capítulo 4 pág. 39. Inédito.
  3. Lacan, J: Ob. Cit. Pág 254.
  4. Lacan, J: Ob. Cit. Pág 248.
  5. Lacan, J: Ob. Cit. Pág 253.

 

RESONANCIAS…

Incomodidad Vivificante

Paola Cornu
Miembro NEL-Santiago

Han pasado ya dos años luego de la «creación» de la Sede NEL-Santiago, y en ello a llegado la hora de permutar! Siendo ésta una renovación del acto de fundación de la Sede y de la Escuela. El fin de semana que recién pasó estuvo marcado por un trabajo de escuela junto al Comité Ejecutivo de la NEL. Se hizo presente en cada uno de nosotros la pregunta por la «permutación analítica» en la Escuela-Sujeto, en tanto Miembros y Asociados hacen parte de la realidad de la Escuela. Dejándonos enseñar y sorprender por las enunciaciones de los colegas, por las puntuaciones del Comité Ejecutivo y porqué no decir por las propias también. ¿Cómo transmitir el trabajo allí realizado? Me resuenan muchas cosas, sin embargo, situaré dos que es lo que me insiste: «incomodidad Vivificante» y «lo nuevo». Saber-hacer con «lo mismo» «otra cosa» que posibilite lo nuevo y en ello una incomodidad vivificante, que marca en mi lectura un significante que permite que el lugar(es), el lazo(s) y la función(es) queden articulados y vivificados para la orientación en la Escuela.

Hacer de la Escuela lo vivo es nuestra responsabilidad, somos corresponsables de su porvenir y progreso.

 

Francisco Ojeda
Asociado a la NEL-Santiago

Mi aproximación a la Jornada fue animada por la pregunta ¿qué es una permutación del Directorio en términos analíticos? Resuenan para mí fragmentos del encuentro: la permutación no tiene un A, B, C; no sigue la lógica del discurso del Amo; mantiene distancia con la democracia representativa, sin caer en tiranía; rechaza delegar la responsabilidad de la nominación en el Otro; y se sostiene permanentemente en el acto analítico. En la permutación: hay movimiento de piezas subjetivas (cada uno en posición de analizante en la Escuela), hay circulación del deseo y hay transformación (incluso super mutación). Finalmente, en la permutación analítica acontecen el deseo decidido y la sorpresa vivificante, tal como ocurre en la sesión analítica.

 

La Escuela Sujeto vive y vibra

Carolina Vignoli
Asociada a la NEL-Santiago

El encuentro con colegas por el motivo de la primera permutación del directorio de la Sede Nel-Santiago fue una fiesta. Nos encontramos con lo que decantó del trabajo de entrevistas realizado por el Consejo Ejecutivo, para que terminen siendo los miembros quienes voten por los postulantes.

Quiero recortar, a modo de piezas sueltas, las palabras que me resonaron en el cuerpo de dicha conversación: «Pase-cartel-permutación dispositivos que minimizan los efectos de grupo», «La Escuela era un arreglo sintomático, que le permitía hacer con sus desarreglos, incluso con sus primeros arreglos fantasmáticos», «El osado momento en que se autoriza a hablar», «Tranquilo esperando evitaba localizar mi responsabilidad con la Escuela», «La inconsistencia de la garantía, ‘me autorizo como miembro’ pues verifíquelo, trabaje con otros, exponga su trabajo», «Posición analizante: me dejo interpretar», «Confianza en los dispositivos, no sin poner la fianza, la libra de carne» «Cada vez que me autorizo a salir de la inhibición, hay un efecto de formación», «La permutación es la renovación del acto de fundación de la Escuela de Lacan», «Las cartas de amor, la escritura, nos facilita hablarnos y escucharnos», «Apareció el ‘yo quiero’ tomando su deseo en acto», «Nosotros pagamos la deuda que tenemos con el psicoanálisis, y pagamos con nuestro deseo, deseo del analista, sino la Escuela no se sostiene», «El deseo no tiene edad».

Subrayo que es a partir de la posición analizante de cada miembro y asociado, de la responsabilidad del deseo encarnada para cada quien en el lugar que se autoriza a ocupar en la Escuela, por la confianza en los dispositivos de formación y en la orientación de la AMP, es que tras 2 días de conversación pudimos celebrar con alegría el nombramiento del nuevo director, Andrés Bralic, y otorgarle la autoridad analítica para que nos dirija al compás de la melodía que vayamos haciendo resonar.

 

Síntoma y sorpresa

Joaquín Carrasco
Asociado a la NEL-Santiago

Entre los saldos de saber que han decantado para mí luego de las actividades en torno a la permutación, destaco dos.

1.- No es posible prescindir del síntoma en la relación que se establece con la Escuela. La formación y el trabajo en la Escuela implica dar lugar a las distintas posiciones, lo que pudo escucharse cuando cada miembro y asociado ha tomado la palabra. Para implicarse en la Escuela se hace necesario consentir a la relación sintomática que cada quien tiene con esta, como también estar advertido del fantasma, cuestión a situar en el propio análisis.

2.- Contra cualquier estandarización, una política analíticamente orientada pone en relieve el deseo. Una salida de libreto que da lugar a la sorpresa y el trabajo, produciendo una circulación allí donde la burocracia sofoca.

 

Elegir la sorpresa

Carlos García Gaviola
Miembro de la NEL-Santiago

El trabajo para la permutación de Director de la NEL-Santiago con el CE de la NEL provocó múltiples sorpresas, desde el dejarse enseñar por las elaboraciones de Miembros y Asociados, las puntuaciones y las interpretaciones del CE, y la enunciación de los que tomaron la palabra en la conversación. Días que dejaron importantes efectos de formación que ameritarán un tiempo para comprender acerca de cómo se pone en acto la pregunta por lo analítico en la Escuela de Lacan, y que se basa en uno de los principios de política lacaniana: juzgar el acto por sus consecuencias. Dentro de las sorpresas que resonaron destaco el cómo, desde las preguntas por quién elige y qué se elige, se pudo verificar que la autoridad analítica es posible desde el deseo de Escuela y la propia autorización, así como con el consentimiento al Otro de la Escuela desde una posición analizante que se deja interpretar y orientar para encontrar nuevas invenciones.

Otro significante que resonó fue el de «laboratorio», como trabajo de lo que implica sostener la pregunta por lo analítico en todo y en cada experiencia de Escuela, el que en esta ocasión nos llamó a investigar acerca de lo que es una permutación en términos analíticos, como algo más allá de un simple cambio de lugares, y por ello a estar advertidos de los «extravíos» y los «pegoteos» que llevan a la autori(tuali)zación, de modo de dar lugar a un saber hacer que produzca acontecimientos de Escuela inéditos, propios de una comunidad de experiencia analítica que nos invita a interrogarnos constantemente acerca de las razones por las que elegimos la Escuela. Enseñanzas de esta escansión que nos deja una nueva marca en la hystoria de la Sede y de la NEL.