Consentir a la interpretación

TEXTOS | De los grupos a la Escuela

Antes y después de Guayaquil, una experiencia mutativa

Por Rosa Lagos

Lo que pasó en Guayaquil ha sido un acto de Escuela que la inaugura como tal, un acontecimiento imprevisto que a modo de troumatisme ha provocado una resonancia en cada uno, que marcó el paso de la lógica de grupo a la lógica de Escuela, viniendo a testificar una ruptura con lo que se venía haciendo en los grupos, brindando así la posibilidad de relanzar lo nuevo, lo inédito, lo que hay que inventar, ahora como Escuela.

Digo un acto, porque hay un antes y un después con una rectificación subjetiva como saldo.

La lógica de grupo responde a la cohesión, a la completud, a la consistencia que conduce, lo quiera o no, a un espíritu de masa, por decirlo freudianamente. La tendencia a la homogeneidad, que viene a ser su garantía de existencia como grupo, preserva el silencio de las diferencias lo que inevitablemente lo conduce a permanecer en su mismidad con el distanciamiento de lo que le es específico al psicoanálisis: su discurso.

Pero la lógica de Escuela está muy lejos de esta concepción, comporta otra noción.

La Escuela, dice Miller en Afecttio Societatis, es solo un instrumento para el psicoanálisis, lo cual la aleja de la lógica institucional, aunque necesite de un mínimo funcionamiento como sujeto de derecho en una asociación sin fines de lucro que lo asegure, estando advertidos que sus reglamentos o normativas no pueden regular todo el goce que circula en lo colectivo.

La transferencia de trabajo y el dispositivo del Cartel, como órgano de base de la Escuela, vienen a ser los que posibilitarán una manera de acotar el goce, siempre existente.

Los acontecimientos de Escuela formalizados como conversaciones, jornadas, publicaciones, coloquios, entre otros, constituyen el material en el que la transferencia de trabajo se anuda.

La Escuela como sujeto es interpretable, es una experiencia subjetiva y como tal pasa a ser un tratamiento de lo Real que habita en el grupo analítico, un real que requiere ser tratado para no quedar atrapado en la inercia de la identificación como comunidad, con sus efectos obscenos imaginarios que dificultan o impiden el discurso analítico, discurso propio de una Escuela.

EL vacío de la definición de qué es un psicoanalista, el apuntar al uno por uno, comporta una interrogación que es necesario hacer existir como una forma de evitar la instauración de modelos que pasen a obturar el punto de fuga, sostener el vacío necesario que cause el deseo, no hay Escuela sin deseo, por lo tanto preservar el agujero del saber, de tal manera que no sea taponado por el activismo que demanda de sus seguidores un saber pre existente.

En una Escuela orientada por lo real, es la falla en el saber la que ordena la formación del analista, el propio análisis, el control y la enseñanza quedan sujetados a una política que toma en cuenta precisamente lo que no es absorbido por el saber, por lo cual no puede ser asegurada por ningún programa.

En la Escuela no se entrega un saber, en tanto no hay definiciones acabadas o conceptos rígidos, lo que se funda es la posibilidad de un debate abierto, de una discusión que pone en juego nuevas perspectivas y cuestionamientos de los conceptos a la luz de la clínica.

En el movimiento hacia la creación de la sede de la Escuela NEL Santiago, se tuvo la necesaria experiencia de cruce entre los dos grupos cuyo resultado no fue solamente la construcción de una propuesta que sirviese de base para lo que se venia como Escuela, sino que también esta experiencia colectiva comportó un proceso de subjetivación en cada uno de los participantes, en el que uno por uno, en su soledad, pudo revisar su relación con la causa psicoanalítica.

Una experiencia subjetiva. sostenida en el entusiasmo que despierta el deseo. Con este espíritu fueron acogidas las nuevas propuestas que se hicieron en Guayaquil, dando paso a lo nuevo, a la invención, a comenzar un camino que no esta hecho ni trazado de antemano, tal como el análisis pone al sujeto a trabajar, de igual manera, la Escuela como causa del deseo convoca a sus integrantes a trabajar como analizantes.

Es el deseo decidido como causa.